LA ADAPTACIÓN DEL PERRO A SU NUEVA CASA.

La llegada del perro al hogar requiere siempre de un periodo de adaptación que será variable en función de la edad del perro, su carácter, nivel de estrés, estado de salud...

Las nuevas normas y el nuevo entorno subirán el estrés del perro (que además puede venir alto dependiendo de en qué entorno haya estado viviendo, como por ejemplo si viene de un refugio de animales). Así pues nuestro objetivo inicial debe ser bajarlo a niveles adecuados que faciliten la convivencia.

Antes de la llegada.

Aunque sea adulto pensaremos en él como en un cachorro y prepararemos la casa para que no sea fácil que se produzcan incidentes (quitando cosas que no queramos que coja o rompa, etc.).

El control del entorno y no del perro, es nuestro objetivo y responsabilidad en este punto. Las prohibiciones, órdenes o adiestramiento, harán aumentar la tensión y dificultarán la bajada de estrés y la adaptación.

Tendremos previsto tanto el lugar de descanso, como el de alimentación del perro y ambos estarán en zonas tranquilas y que no sean de paso.
Para nuestra comodidad y la del perro, sería conveniente disponer del siguientes equipamiento:

  • Tansportín, valla separadora, o cualquier otro sistema que garantice la seguridad durante el viaje hacia casa.
  • Arnés tipo Y o H y correa de más de 2 metros para los paseos.
  • Cama de descanso.
  • Comedero y bebedero.
  • Algún mordedor.

La llegada a la casa.

A la salida del coche, si es posible, le daremos un paseo por la zona muy próxima a la casa y por un tiempo de unos 20 o 25 minutos, con la intención de que haga pipí, olfatee y se vaya familiarizando con su nuevo entorno. Si el entorno es muy estimulante (excesivos humanos, perros, tráfico, ruidos, etc.), nos saltaremos o reduciremos este paseo.

El 100% de los perros al llegar a su nueva casa se sentirán inseguros (sentirán miedos en mayor o menor medida). Conseguir que la casa sea un entorno seguro será una de las máximas de la adaptación y para ello actuaremos de la siguiente manera:

  • Permitiremos el tiempo que sea necesario el acceso a todas las zonas de la vivienda, para que el perro se familiarice completamente. Dejaremos al perro explorar a su ritmo y sin intervenir. Puede que explore acelerado, calmado, puede que se quede en un rincón si la nueva situación le supera, e incluso, que no entre en la casa y se quede en el jardín (si lo hubiera). Todo entra dentro de lo normal y debemos dejar que lo haga a su manera y ritmo.
  • Los primeros días deben ser tranquilos, evitando visitas innecesarias y a ser posible no lo dejaremos sólo en la casa (lo ideal podría ser traerlo a casa al inicio del fin de semana, por ejemplo). El dejarlo sólo los primeros días aumenta el riesgo de que sufran, en alguna medida, comportamientos comprendidos dentro del trastorno de ansiedad por separación. 
  • Tendremos presente que aún no nos une ningún vínculo, así que actuaremos con respeto (desde el punto de vista canino), no lo molestaremos durante las comidas, no lo abrazaremos, besaremos o agobiaremos y mucho menos si se encuentra en una zona estrecha o pequeña, y en definitiva dejaremos a que se acostumbren poco a poco a nuestros gestos, ruidos, costumbres e interacciones.
Así pues los primeros días le facilitaremos sentirse seguro en su nueva casa y el entorno cercano y le daremos mucha compañía y a la vez muy poca interacción. Aprovecharemos este periodo para observarlo y aprender cuáles son sus señales de incomodidad para poder respetarlas.



Lectura recomendada: El lenguaje de los perros. Las señales de calma de Turid Rugaas
Video recomendado: https://youtu.be/QJtlY1VcgZk


Normas básicas para los paseos:

  • Se harán 3 paseos diarios de un tiempo total de entre 45 y 60 minutos.
  • Serán paseos relajantes (intentaremos mantenernos en actitud calmada y no transmitir tensión al perro a través de la correa) y sin tirones, órdenes o golpes. 

  • Siempre que sea posible mantendremos silencio.
  • El paseo cubrirá la necesidad del perro de exploración tranquila (olfateo y marcaje).
  • Es importante que prácticamente a diario le permitamos explorar el entorno cercano a la casa para “hacerlo seguro”.
  • Le dejaremos dirigir parte del paseo para fomentar la autonomía y la confianza.
  • Cuando necesitemos dirigir el paseo nos pararemos, evitando tirar del perro, y orientaremos un poco nuestro cuerpo e incluso nuestra cara hacia dónde queremos ir, dándole tiempo para que se dé cuenta y acepte nuestra dirección.
  • Permitiremos la socialización con otros perros (permitiremos pero no forzaremos o aceleraremos).
  • Buscaremos la manera de permitir a nuestros perros un ratito de suelta al menos una vez al día buscando el lugar y momento adecuados. En ese ratito el perro cubrirá sus necesidades de ejercicio extra según su demanda.
  • Determinados juegos como lanzar objetos para que el perro los persiga o como correr con ellos (para cansarlos) y otros similares no son adecuados para la mayoría de los perro ya que los sobreexcitan y suelen derivar en problemas de comportamiento.

Como hemos dicho, la buena adaptación va a depender de conseguir bajar el estrés del perro. Para ello, además de lo anteriormente dicho, los paseos durante la adaptación seguirán las siguientes pautas:

  • Limitaremos los estímulos para facilitar la reducción de estrés, reduciendo los paseos en tiempo y distancia y escogiendo los horarios y recorridos más tranquilos.
  • Nos mantendremos cerca de la casa permitiendo, con paciencia, explorar y asegurar la zona. Una vez conseguido podremos ir ampliando poco a poco la distancia.
  • En las primeras semanas es probable que sea necesario hacer más salidas de las habituales para pipí (salidas cortas). 
  • Escapismo. Hasta que se haya formado el vínculo necesario, evitaremos soltar al perro en zona no vallada.
  • Mientras el estrés que trae del cambio siga alto tendremos cuidado con la interacción con perros, menores y personas adultas.



En la casa.

Posibles comportamientos en la casa y recomendaciones:
Es posible que inicialmente, se comporte de manera intensa, solicitando mucho contacto de las personas e incluso siendo algo posesivo, también podría mostrar comportamiento de monta (que usará para autocalmarse). Ante esta situación NO debemos reñir, castigar o dar indicaciones para que se calme. Debemos tener un comportamiento calmado, tranquilo e incluso paciente. Casi no le acariciaremos y a ser posible estaremos en silencio y sin hacer movimientos bruscos. No nos referimos a ignorar al perro, sino a no excitarlo de ninguna forma ni hablándole en exceso o en tono estridente, ni con caricias excesivas, manipulaciones bruscas, órdenes, castigos, etc.
También, en menor porcentaje habrá perros que lleguen con desconfianza y necesiten mantener una distancia más amplia con las personas. En ese caso lo permitiremos.
Morder cosas. La masticación es relajante para los perros, por eso es importante que tenga a su alcance objetos que pueda morder (palos, plumas, astas, mordedores, piñas e incluso diferentes frutas y verduras entre otras cosas) y así reduciremos la probabilidad de daños en la vivienda.
El gruñido no implica una agresión, es simplemente comunicación. Comunicación que hay que respetar y nunca castigar ni coartar porque lo que conseguiremos es que deje de comunicar su incomodidad y esto sí puede ser problemático e incluso peligroso.
Los perros pueden tardar varias semanas en regular su ritmo higiénico por lo que es normal que durante estas primeras semanas se produzcan accidentes. Reñir al perro de cualquier manera por lo que es una necesidad fisiológica, será contraproducente; en estos casos lo ideal será hacer pequeñas salidas más frecuentes durante el período de adaptación.


El contacto. 
Debe ser calmado, evitando el exceso de caricias y a ser posible en relativo silencio. Si se sienta o acuesta a nuestro lado se lo permitiremos (es señal de que lo estamos haciendo muy bien), intentaremos no hacer nada que lo reactive y lo dejaremos descansar a nuestro lado.
El descanso.
A la hora de prever el lugar de descanso, deberíamos tener en cuenta que los perros son animales sociales y no llevan bien descansar solos y aislados. También puede ocurrir que elija una zona de descanso diferente a la que habíamos previsto. Si eso ocurre y siempre que sea posible, le pondremos otra cama o trasladaremos su cama a esa zona.
No interrumpiremos su descanso, ya sea llamándolo, tocándolo o de cualquier otra manera. Un perro adulto debe dormir entre 15 y 16h. El descanso largo, relajante y recuperador es imprescindible para lograr la bajada de estrés y permitir el aprendizaje. 

Artículo recomendado: http://elperroindigo.blogspot.com/2010/03/los-merecidos-descansos.html

El perro anfitrión.
En el caso de que en la vivienda ya haya un perro, tendremos en cuenta los siguientes apartados.
  • La presentación:
Una buena opción para ello es realizar un paseo no muy largo y relajante, en paralelo (dos personas), con las correas sin tensión y en una zona amplia y cercana a la casa.
De esta manera, los perros pueden utilizar herramientas de comunicación como por ejemplo el pipí, que dentro de la vivienda no sería posible y, además, hay más espacio para que no se sientan encerrados y puedan distanciarse si en un momento dado lo necesitaran.
  • En la vivienda:
Para la entrada en la vivienda habremos quitado los juguetes del perro anfitrión.
El perro recién adoptado entrará primero a la casa.
Ya en la vivienda, el nuevo perro puede tener momentos de comportamiento intenso, ya sea por una necesidad excesiva de contacto o por cualquier otro motivo y que el perro anfitrión intente calmarlo o que incluso se interponga entre él y las personas. Si eso ocurre, durante las primeras ocasiones deberíamos llevar al perro anfitrión a otra habitación hasta que el nuevo perro se calme (así el perro anfitrión no aumentará también su estrés). En esos momentos nos comportaremos siempre de forma calmada y tranquila.
Respecto a esto, durante los primeros días estaremos atentos a las señales de tensión y les permitiremos estar de vez en cuando en diferentes habitaciones para que puedan descansar el uno del otro mientras se van adaptando a la nueva convivencia.
Por último, tendremos cuidado de que el perro anfitrión no pierda ninguno de los beneficios que tenía (contacto, paseos, etc). A veces tendemos a dar muchos cuidado al nuevo perro, y damos algo de lado al que está. Hay que tener en cuenta que el perro que anfitrión también está en adaptación, y le será más difícil asumir los cambios si pierde beneficios que tenía en favor del nuevo perro.


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Todos las imágenes corresponden a perros en adopción. https://www.siemprecontigoprotectora.org/adopciones/

 

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